Llevo años rumiando la movilidad eléctrica. En 2012 hasta monté un blog sobre el tema y, aunque la vida me llevó por otros derroteros, el gusanillo siguió dentro. Entre clásicos y kilómetros, fui probando opciones hasta que el 21 de febrero llegó el día: un Tesla Model Y rojo cereza con matrícula a juego. Media ilusión, media necesidad… y toda la lógica para mi manera de moverme por Galicia.
Los comienzos (y por qué no fue antes)
2019 me pilló babeando en la expo de Tesla del Marineda; 2021 me probé un Model 3 en los Supercharger de Lugo; después vinieron tanteos con Niro, Polestar 2 (consumos altos y delantera) y Volvo C40. El Model Y me rondaba la cabeza, pero no encajaba aún la pieza precio/uso.
Enero de 2025: prueba de fuego y decisión
Probé un Highland y para mi espalda, altura libre y quinta puerta… no. Me fui con la mirada clavada en un Y plata Mercurio. Volví a Vigo, medí sonoridad (sí, con el Korando de referencia) y me llevé un LR RWD el fin de semana. Silencioso, estable y con una amplitud que hace eco al hablar. Mi pareja sentenció: “¡Encárgalo!”

El exterior en persona
Color rarito en el buen sentido: al sol es luminoso, en sombra vira a negro metalizado. Fuera de lo estético, faldillas y vinilo protector en aletas traseras para evitar chinazos, y un alerón discreto estilo Performance.
El interior que sí va conmigo
Materiales bien elegidos, salvo la madera. La eliminé porque prefiero una estética sobria y continua en gris/negro. Visibilidad muy buena; el pilar A es grandote, pero te haces rápido. Y sí: pedales en aluminio negro, porque… capricho justificado.

